no sabía que le esperaba un largo viaje.
Sentada y callada abrochó la ilusión,
pero no se dio cuenta que olvidaba su corazón.
Voces, retratos, recuerdos modernos,
libros baratos y algunos cuadernos.
La noche fue testigo de lo que lo extrañaba,
volando se alejaba, ella ya no veía nada.
Relojes molestando en la pared,
minutos disecados por la sed.
Camina bajo el sol de primavera,
ella lo sabe, le espera una vida nueva.
Su corazón latía en una cajita de cristal
en su habitación solitaria detrás del ventanal,
la casa vacía de ruidos, de luces y momentos,
anécdotas guardadas en el baúl de los recuerdos.
Como si de un juego se tratara
ella jugó su vida como si no pasara nada.
Muñecas de trapo en un pasado congelado,
trabajos sin placer y un futuro no pensado.
Recuerda que alguna vez tuvo corazón,
crecieron las rosas, y brotó su ilusión.
Corriendo ella, regresó a su encuentro,
ilusa ella, creyó que era el momento.
La cajita de cristal ya no latía,
quiso reanimarla, de pena ella moría.
Una suave brisa empañó su mirada,
lo había perdido todo, no le quedaba nada.
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